Cerúndolo: ayer, ganador en Umag; hoy, en los Juegos
Una cita que comenzó ayer en la final del ATP de Umag…
El argentino disputaba la final del torneo croata, donde se veía las caras con el italiano Lorenzo Musetti. Tres horas de juego para un triunfo memorable de Cerúndolo. Y, con el punto de partido a su favor, a correr… “Ayer fue todo muy rápido. Ganar, celebrar, llegar al hotel, hacer las maletas, dormir una hora desde las tres de la mañana para que me recogieran a las cinco. Volar a París, llegar, acreditar en la Villa Olímpica, descansar un poco, pelotear y a jugar”.
De resultas de esa carrera por los Juegos, el jugador no estaba en sus mejores condiciones cuando saltó a las canchas de Roland Garros para medirse al chileno Marcelo Tomás Barrios Vera. “Estaba destrozado cuando salí a la cancha, fue todo muy rápido y cansado pero tenía muchas ganas de disputar”. Y tanto, que pasó por encima de su rival con dos sets sin concesiones: 6-2 y 6-1.
Fran Cerúndolo no sabe bien cómo lo hizo, pero quizá la pasión y los colores le dieron un extra: “Creo que jugar para Argentina y en unos Juegos sacó un extra en mí. Quieres participar, quieres ganar… Yo había jugado en Tokio pero ahora soy otro jugador. Allí caí en primera ronda y aquí vine a ganar. Venía con confianza por ganar en Umag. He venido a jugar a Roland Garros, eso llama mucho a los argentinos, así que había confianza”.
Sin tiempo para hacer balance de dos días para su historia personal como tenista, es momento de preguntarle como campeón del ATP Umag: “Me siento muy orgulloso. Mi arranque de año fue difícil. He perdido partidos muy cerrados. Tocó remar y escalar en los torneos anteriores. Ganar en Umag me da mucha confianza para seguir creciendo”.
La segunda ronda le espera y, con ella, rival que juega en casa. Se medirá al 10 del mundo, el francés Ugo Humbert. Antes, no obstante, Cerúndolo pide un tiempo muerto: “Ahora toca recuperar. Me duele todo. Necesito dormir”, sonríe. Y aún le quedan fuerzas para una última confesión: ”Además de todo, el trofeo de Umag pesaba entre quince y veinte kilos, suerte que me salvó mi hermana, que se lo llevó para Argentina”.